“Todas las mañanas son del cielo,
todos los colores son del sol,
todos los colores en el fuego,
todos los dolores bajo el sol, […]
Seis y
cuarenta de la tarde y el día aun estaba en su etapa final, caminando sin rumbo
me percate que tan solo estaba, sin
nadie a quien abrazar, sin nadie a quien mirar y perderme en su mirada, sin
nadie con quien reír sin motivo alguno; entonces me di cuenta que tan dificil
es buscar, o esperar.
Entonces me dije, definir la soledad es complicado, la ausencia de todo o de todos es relativo. Es mas, hay dos tipos de soledad;
la primera es la soledad constructiva, propia de los artistas dado que sus
creaciones nacen en sus mas profundas soledades, el reencuentro con ellos mismo
es ya el inicio de una inspiración que fluye de acuerdo al animo del artista
mismo. El escritor busca en su soledad lo que en la compañía le es imposible
escribir, el pintor dibuja solo sus mas grandes creaciones, en su soledad el músico valora el
silencio y quizá sea la única forma de valorar el sonido. Pero esto
puede ser falso, la negativa a una de las ideas de Socrates da consigo la excepción.
Ahora bien,
el segundo tipo de soledad es la destructiva, aquella donde buscamos flagelarnos
con preguntas sin respuestas o con el sufrimiento opcional de una dolor
inevitable. Este tipo de soledad lleva consigo la destrucción del propio
sujeto, inevitable o no, es agobiante.
Es de noche y yo no tengo miedo,
todas las mañanas junto a vos,
las flores es un detalle junto al cielo,
las nubes es detalle junto a vos,
mares son estrellas en tu cuerpo,
galaxias que roció sobre vos […]
Caminado aun, alce mi cara hacia el cielo y reí, lo único que me gusta de los veranos son las escasas lluvias y las
caminatas con audífonos. En ausencia de todos podía pensar con buena música de fondo, “Galaxias”, en soledad.
Mi música de fondo: Galaxias-Nerdciego
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