El hombre de por si es un animal
destinado a sufrir, a sentir lo que convencionalmente se le llama dolor y con
el todo lo relacionado, pero que es lo que nos lleva al sufrimiento en sí, si realizamos
una introspección no subjetiva nos daremos cuenta y a la vez en primera
instancia concluiremos que sufrimos porque nosotros queremos. El psicoanálisis,
en una idea vaga, plantea que son nuestras emociones de la infancia las que nos
encaminan al sufrimiento ya que buscaremos ser el masoquista o en todo caso el sádico,
y la única forma de acabar con este juego es, en primer lugar, reconociendo nuestras
propias emociones que pertenecen a
nuestro pasado.
El sufrimiento también está
enfocado a una creencia lo cual en el típico caso sería el destino, de por si
el destino formo parte en la historia como una magia a futuro que se concibió
en la antigua Grecia, ya que fueron ellos los que vendieron la idea de un oráculo
y de por si destino. Es común escuchar frases como estoy sufriendo por que es
parte de mi destino, o peor aun sufro por culpa del destino. Aceptar el destino
es de algún modo creer en un futuro alternativo más que en paralelo, sin
embargo, también es creer en la arenas
del tiempo y de por si en un ser divido que suele escribir en un viejo libro
nuestra vida pasada, presente y futura; propicio o no cabe mencionar la típica frase
¡naci para esto! con ella estamos aceptando que tenemos un destino, o es la genética la que nos hace una bueno a
mala jugada según sea el caso.
En un plano consiente el hecho
que el hombre sufra por la pérdida de un ser querido, se denomina duelo, este último es tan normal
como el dolor que suele producir. Todos en un momento llegaremos a sentir ese
dolor, como parte consiente de nuestro duelo, así que contradiciéndome o no, estamos
tomando al duelo como un sufrimiento propio y necesario. El duelo se produce o
mejor dicho nace cuando se pierde algo,
a alguien, se termina algo, cambia algo, etc.
Entonces, sufrimos en la mayoría de
veces porque creemos que es parte de nuestra vida que suele ser controlada por
un oráculo, o porque nuestras emociones de la infancia suelen manipular la vida
que llevamos. Cierto o no prefiero creer al igual que Cesare Pavese, escritor
italiano, que “Pero lo grande, la
tremenda verdad es ésta: sufrir no sirve de nada”.
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