Recuerdo como la mitad
de mi ser se escondía bajo sombras, aislado de una realidad que seguía su curso y que desdichadamente me dejaba atrás,
un atrás que reflejaba la curiosidad y la ignorancia de no ser yo, una vida
marcada por las culpas y errores que el mismo destino te suele dar, un dios
casi perfecto que pasa por tu lado y juega con las arenas del oráculo que cuelga
bajo tu propio cuello, o más aun, esta vez que llevas en tus hombros, como
carga de desprecio y dolor, un dolor acumulado que simplemente no sabes porque
lo tienes. Un odio que suele dibujarlo , y
que lentamente desplaza tu tranquilidad, tu paz interior, tu equilibrio,
tu vida, lo que piensas y lo que haces, lo que decides, pero no lo que anhelas, ni lo que sueñas, ni lo que
quieres, es tiempo de luchar, y no de caer, es tiempo de pedir ayuda, y no de
gritar, es tiempo de callar, y no de llorar, es tiempo de correr, y no ¡ parar,
es tiempo de creer, y no pensar, solo es tiempo de empezar y no de mirar el atrás
que reflejaba la curiosidad y la ignorancia de no ser yo.
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