Hemos visto hasta ahora qué es el
sueño para el psicoanálisis y como se relacionaba los mecanismos de
construcción del sueño con los mecanismos de construcción del chiste. Pero ¿qué
es el chiste? Según el Diccionario de la Real Academia el chiste es: “Un dicho
o historieta muy breve que contiene un juego verbal o conceptual capaz de mover
a risa”.
Freud, a su vez, en la obra que
estamos comentando cita la siguiente definición de Lipps: “Llamaremos chiste,
en general a toda provocación consciente y hábil de la comicidad, sea ésta la
intuición o de la situación”. Asimismo cita el psiquiatra austriaco a Fischer
cuando dice que el chiste es “un juicio que juega”, se trata por lo tanto de un
juego de palabras. Estas definiciones del chiste vuelven a establecer un
paralelismo entre el chiste y el sueño ya que el elemento lúdico es otro rasgo
principal de la construcción onírica así como lo es del chiste.
Otro rasgo que para Freud es
importante y paralelo a ambos fenómenos es el carácter espontáneo del chiste y
del sueño. En el estado onírico la conciencia no tiene apenas capacidad de
decisión, el sueño surge espontáneamente en nuestra imaginación sin que podamos
generalmente moldearlo o cambiar su desarrollo (de hecho cuando esto ocurre
despertamos). En el chiste ocurre algo parecido: la broma no surge si no es de
un modo espontáneo, no meditado. Una broma no se realiza con premeditación y
quien no sabe contar un chiste de un modo espontáneo no sabe contar un chiste.
Por otro lado debe ser igualmente espontánea la sorpresa del oyente, esto
explica por qué los chistes sólo hacen reír la primera vez que se escuchan.
Tras estos paralelismos y
conociendo la función anímica que cumple el sueño podemos definir la función
que tiene el chiste en nuestra vida anímica.
Tanto el sueño como el chiste son
funciones anímicas encaminadas a la obtención de placer; de un modo u otro a
través de mecanismos similares (desplazamiento y condensación) ambos intentan
reelaborar elementos inconscientes para que nos generen estados de conciencia
placenteros; esta es la razón que los elementos del chiste y del sueño sean por
lo general tan similares (sexo, violencia, situaciones imposible o chocantes
etc.) Sin embargo, aquí acaban las similitudes: el sueño tiene un carácter
solitario frente al carácter social del chiste. El sueño es un placer
solipcista, del individuo, sólo compartimos sueños con personas muy cercanas y
ni siquiera con ellas compartimos los sueños más profundos o de carga
consciente más desasosegadora. El chiste, no obstante, es un placer social que
necesita de la comunicación para que nos produzca placer; aunque nos podamos
reír de un chiste sólo en nuestra imaginación siempre necesitamos tener
presente la figura de un interlocutor.
Otra diferencia es que la función
del sueño es, como dijimos, ahorrar displacer y frustración a la conciencia,
mientras que el chiste pretende una consecución de placer positiva. El chiste
provoca activamente el placer que provoca mientras que el sueño adopta una
actitud pasiva que sólo puede actualizarse por el descanso del súper-yo durante
el reposo nocturno.
De lo anterior surge otro rasgo distintivo del
sueño y el chiste: mientras que el sueño supone una alucinación el chiste es un
juego que nunca deja de ser tal, dado el carácter activo de su manifestación.
En palabras menos técnicas: el sueño nos lo creemos más durante su
manifestación que al chiste que al fin y al cabo es en su manifestación (aunque
no en su elaboración) una actividad consciente.
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