31.5.14

El Amor, una perspectiva psicoanalítica

Hablar del amor desde una perspectiva psicoanalítica no es una tarea sencilla porque el amor – sin duda al lado del odio- es el núcleo de aquello de lo que trata el psicoanálisis. No en vano Freud, que empezó como rastreador y cronista de las huellas fantasmagóricas de los devaneos y los horrores de alcoba, terminó planteando el análisis de las vicisitudes del amor de transferencia como el centro del tratamiento analítico.
Pero para Freud fue mucho más fácil hablar del amor de transferencia que del amor en sí, no porque le interesara el amor menos que la técnica, ya que es evidente que pensó en éste último mucho más de lo que llegó a publicar y, según nos lo hace ver Bergmanni, se planteó desde un principio el estudio comprensivo de la vida amorosa de los seres humanos, pero sólo publicó fragmentos de sus disquisiciones. Mucho más de lo que muestran sus artículos puede reconstruirse a partir de su correspondencia con Jung y otras fuentes, y lo que aparece como una creación contínua en su trabajo publicado, se muestra en la corresponden¬cia y las actas de la Sociedad vienesa como algo obtenido sólo a través de una lucha interna. Además, Freud nunca integró sus descubrimientos acerca del amor en una teoría coherente. A decir de Bergmann: “No hay un equivalente al capítulo VII de La Interpretación de los Sueños para el tema del amor”‘
Pero bastante dice, a pesar de todo: “…el encuentro con un objeto es, en realidad, un reencuentro”, afirma en los Tres Ensayos para una Teoría Sexual’. Este descubrimiento -para Bergmann la contribución más profunda de Freud a nuestra comprensión del amor- explicaría la intensidad de la nostalgia del amante por la persona amada y la importancia que le atribuye. En la misma obra formula una teoría del amor basada en la naturaleza de la vida sexual que se desarrolla en fases. La madre es el primer objeto pulsional del infante y luego, en la latencia, la pulsión se divide en un componente sexual que se reprime y un componente tierno que permanece consciente. Más adelante, en la pubertad, si todo va bien, un nuevo objeto reemplazará al antiguo y las dos corrientes se reunificarán. Lo que permanece de la relación sexual con el primer objeto contribuye a la preparación para la elección de un segundo objeto “…y, por lo tanto, a restablecer la felicidad que se ha perdido”‘ Para Bergmann, Freud estuvo a punto, en una carta a Jung, de descubrir una contradicción básica en el centro de todo amor humano: en cualquier relación amorosa, el nuevo objeto debe reflejar al originario, pero para que esta rememoración de lugar a un amor feliz, no debe revivir la culpa incestuosa. Luego plantea que es la proyección que el amante hace de su propio ideal del yo en el ser amado lo que constituye la sustancia de su idealización. Posteriormente tratará al amor como una emoción más que como la sublimación de una pulsión: el amor resultará, así, siendo más que pulsional, ya que es el yo en su totalidad el que se involucra al amar a sus objetos. Sin embargo, nunca dejó de fluctuar entre estos dos puntos de vista, escribiendo “…a veces sobre el amor como una pulsión sublimada y a veces como una pasión del yo”. Arguye, también, Bergmann, que al sujetarse Freud a la primera tópica, su teorización sirvió para explicar la fase inicial del amor pasio¬nal más que para abarcar al amor continuado en el tiempo.
Quizá fue la contingencia del objeto de su teoría sexual la que resultó insuficiente para llegar a una comprensión más cabal del amor. O tal vez lo fue la primacía de la teoría sexual misma, que lo lleva a proponer -en una conclusión que Bergmann señala agudamente que no se deriva de sus premisas- que toda la complejidad del intrincado desarrollo psicosexual humano está orientada al cumplimiento de la función reproductiva.
Actualmente tenemos puntos de vista psicoanalíticos sobre el amor lo suficientemente disímiles como para hacer el debate del tema bastante interesan¬te, pero no podemos soslayar el silencio que primó alrededor de él por largo tiempo. Comentando Anatomy of Love de Martin Bergmann, Ethel Person.





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